Thursday, November 06, 2008

Ciudad de penas

Ciudad de penas
Habitación muda de rencores
Mezquindades escondidas
Entre otras mezquindades…
Odio marginal
Amor desesperado
Vampirizando el éter
Por sobrevivir.

La misma moneda
Radicalizaciones de un límite
Coartadas las movidas
Desde el epicentro
Castradas de la voluntad de dar.

¿Es la carencia una excusa para oprimir?
¿Cuándo el valor se usa solo para seguir?
Vendadas las rutas
En la ceguera la mismidad.

Si desenmascaro tus faltas
Seré un blanco para curtir mi rostro
Quebrar mis huesos
Y cubrirme de olvido.

Borrarás mis huellas
Para no sentir tu dolor,
Usarás mi beso y mis caricias
Para llenar el vacío…
El hueco de tus ojos
Y tus mentiras… de la vida.

Si permito que vivas
Engullirás a otro
Que ilusamente dará de si
Para levantar tus castillos de naipes
Te mataré por amor
Para limpiar tu horizonte de miserias.

Porque te amé y no pesaste
Ciego y mudo
Tullido en la comodidad,
Porque amante arco iris…
Desteñiste,
En el cansado surco
De lo cotidiano
Fuiste tibio, tembloroso y cobarde.



Compartimos el pesar
Y no cambiamos nada.
Te liberaré de tu mediocridad
Porque hay manzanas
que nunca han de germinar.

la marea

Estaba seca,
Sólida y estoica
Resistiendo…

Ablandaste sus raíces,
Socavaste seguridades,
Llenaste todo con tu todo
Quebróse…
Sintió miedo…
Y sintió la vida,
Brotaban de sus ojos
Como si fuese imposible detenerlas.

Sintió demasiado,
Golpe seco y retirada.
Quedóse viva, sintiendo
Presta a revivir el momento,
Analizando que es mejor…
¿La apatía de su insensibilidad?
O esta carga de destellos imparables.

Decidió quedarse
Dejó a la vida y a su amor
Por dentro, vivos
Regodeándose en su impulso,
Reviviendo la marea,
Esperó…por siempre.

El y la muerte


Como tantas otras veces
Gira y gira la vida,
La aguja del destino cose y cose
Y no deja margen
Ni posibilidad de volver atrás

Cambia el hombre
Muchas veces de rumbo
Tuerce, cruza y desvía
Un día se levanta y en sus manos
Carga cosas nuevas,
Las maletas ya viejas, repletas y gastadas
No son las mismas
Que llevó en su primer viaje.

La cabeza calva y vieja la piel
Y una mente llena de recuerdos,
De aquellas flores de naranjo
De los viajes a la playa con su tata,
El día en que desposó a María
En fin, una que otra muerte a cuestas.

El hombre, ya cansado y viejo,
Se sentará en su sillón,
En su único sillón
Tendrá frío, pero aún esperará
Y esperará aún más.

Sin pena ni gloria
Y sin avisar siquiera
La muerte llega.
Beberán lentamente el veneno
Justo a la hora del té
Ahora podrán ambos descansar…

…La muerte de seguirlo,
El hombre de esperar.

Escrito en 1992. Han pasado tantos años y el sillón se acerca cada vez más,
No se si es miedo o ansiedad de esperarla, pero cada vez la copa se siente más dulce.