-Vamos a matar este amor, por tu bien y por el mio- dijeron ellos.
El sentimiento tembloroso,mutante, habitante de un mundo irrazonable tomo la soga...era culpable.
Lágrimas caían de sus ojos, lágrimas de sangre y de vida que se negaban a morir. Culpable de amar sin razón, y sin motivo alguno, culpable de persistir en su agresión...lastimando e hiriendo parásito que vive de las emanaciones eléctricas de mi pulso y de mi voz...
Ese sentimiento mascota, compañero de años, calzó la cuerda en su cuello y se precipitó al vacío...
Y prosiguió así, suicidándose día tras día, obedeciendo al mandato de su creador/a.
Sólo el deseo...mito de su origen, pero no bastó el deseo para matarlo.
Persiste, clavando sus dulces clavos
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